viernes, 30 de abril de 2010

El partido más importante


Bojan, abatido el miércoles (Foto, RTRPIX)

La decepción es mucha. Es altísima. No porque no se diera la cara o porque se haya hecho una mala competición, sino porque se ha dejado escapar una oportunidad histórica. La final en el Santiago Bernabéu era un sueño y un gran reto para el mejor equipo (o al menos Barça) de la historia, pero no estar en Madrid no es ningún fracaso.

Ahora no queda más remedio que olvidar la Champions y centrarse en la Liga. Hay muchas conclusiones que sacar y causas que analizar, pero no es el mmento. Queda un título en juego, que está cerca pero lejos a la vez y caer en análisis exhaustivos en estos momentos no haría más que ponerlo también en serio peligro. No es momento de fichajes, tampoco.

Entre otras cosas, porque enfrente está el que, ahora mismo, es el gran partido de la temporada. Mucho de lo que finalmente suceda se va a determinar este fin de semana, cuando se verá cómo asimila y cómo responde el equipo de Pep Guardiola a la eliminación ante el Inter de Milán.

Sinceramente, no creo que, aunque el Villarreal se nos da históricamente mal, sea el de este sábado un partido, sobre el papel al que temer. El Barça está capacitado para ganar con solvencia en El Madrigal. Entre otras cosas, porque los castellonenses no son un equipo especialmente aguerrido y que sin balón sufre mucho. Pero las condiciones son tan especiales que me atrevo a vaticinar que este el duelo definitivo para la suerte del Barça en la Liga. Si gana, no se le escapará el título. Si pincha, caerá en barrena y, posiblemente, no vuelva a ganar un partido más. El bloque de Juan Carlos Garrido saldrá, seguramente, a aprovechar el golpe moral que sufrió el Barça el miércoles y tratar de amilanarle. Los jugadores culés deben ser fuertes no tanto física como mentalmente.

Hasta hace cuatro días el partido más importante de la temporada era el del Inter de Milán. Ha pasado y se ha perdido (o, mejor dicho, se ha ganado pero de manera insuficiente), por lo que tenemos ante nuestras narices el nuevo partido del año. Sinceramente, no me parecería injusto que el Real Madrid ganara la Liga, pero sí injusto que la gran temporada que está completando el Barça se cerrase sin títulos. Hay que sacar fuerza de flaqueza y, como dijo Pep, "hemos de levantarnos". De su capacidad motivadora sobre el grupo dependerá buena parte de lo que suceda a partir de ahora.

¡VISCA BARÇA!

lunes, 19 de abril de 2010

Nada ha cambiado

El Barça no pudo ganar el sábado en Cornellá, pero no creo que el asunto tenga tanta importancia como para que algunos ya vean otra vez al Real Madrid como favorito. Está claro que los blancos tiene más opciones de título ahora que el viernes, pero es el Barça quien mantiene la sartén por el mango, sigue liderando la Liga y los blancos quienes, aún ganando todo, no son campeones matemáticamente. La única diferencia es que el bloque de Pep Guardiola ha gastado el margen de error que poseía.

El triunfo en el Santiago Bernabéu condeció a los azulgrana dos ventajas sobre el máximo rival, obviando la diferencia de puntos. La primera era el 'derecho' de sufrir un pinchazo en la recta final de Liga y, aún así, seguir en el liderato. La segunda, la sensación de que a la hora de la verdad, el Barça no ha fallado.

El margen de error, como es público y notorio, se gastó el sábado con el empate sin goles (es el mejor resultado posible, ya que el equipo no tiró ni una vez a puerta). Lo malo no es haber perdido dos puntos, porque el Barça sigue dependiendo de sí mismo pese a que tenga un calendario, en teoría, más complicado. Lo malo fue que esa cierta ventaja se esfumó en solo dos jornadas, cuando quedan cinco por delante. Pero no se debe olvidar que sí, el Barça puede volver a pinchar... pero el Real Madrid también.

En cuanto a la sensación de que el Barça da la cara a la hora de la verdad, sigue intacto. Porque el sábado, le pese a quien le pese, dio la cara. Era un partido complicado, de una gran exigencia física por el juego al límite del reglamento utilizado por los pericos y los azulgrana salieron vivos. Casi un empate, en la actual circunstancia, es lo mismo que una derrota, pero la sensación no es la misma. Un empate a cero sin tirar a puerta te deja cierto regusto satisfactorio porque, cuando no puedes ganar, tienes una solidez tan grande que no pierdes. Valdés volvió a ser decisivo y Piqué dio un recital. Y, no lo olvidemos, el Barça jugó mejor en los últimos 30 minutos, cuando ya estaba con diez, lo que demuestra que el bloque se encuentra en buenas condiciones físicas pese a haber jugado ya 52 encuentros oficiales.

¿Cuándo ha fallado el Barça de Pep Guardiola en dos temporadas en una gran cita? La campaña pasada no lo hizo ni en Copa, ni en la Liga (Bernabéu, Sánchez Pizjuán) ni en la Champions (Stamford Bridge, Olímpico de Roma). Esta, de momento, tampoco. Ni en las Supercopas, ni en el Mundial ni en la Champions (partido ante el Inter en la fase de grupos, eliminatoria ante el Arsenal) ni en la Liga (Santiago Bernabéu). Quizás, en cierta medida, falló en la Copa, pero hay que recordar que ante el Sevilla se cayó por el valor doble de los goles en campo contrario.

Esto puede cambiar mañana mismo, pero el gran crédito que el equipo de Guardiola mantiene no es ni su buen juego, ni su punto de ventaja, ni sus números; es su fiabilidad en los días de mayor exigencia. Y a lunes 19 de abril, esto no ha cambiado.

Ibrahimovic volvió a jugar en Cornellá (Foto, EFE/terra.es)

viernes, 16 de abril de 2010

Pedro silencia las risitas

Hay varios jugadores que están respondiendo a un gran nivel, muchos que atraviesan el mejor momento de su carrera deportiva, algunos lejos de su mejor forma o incluso en decadencia, y otros que crecen día a día, pero sin lugar a dudas el nombre más destacado en la hasta el momento sensacional temporada del Barça es el de Pedro Rodríguez. El canario se ha consagrado de manera definitiva y, sobre el césped, ha silenciado las risitas.

Porque a Pedro muchos le seguían llamando (y se lo llamarán) Pedrito con el ánimo de disminuir su valor, de relativizar todo lo que el canario ha ido consiguiendo desde que pasó de pleno derecho a formar parte de la primera plantilla culé en agosto. “Si no está Messi, ¿quién va a meter los goles? ¿Pedrito?” es una secuencia que he escuchado en diversas tabernas cuando se intentaba menospreciar el nivel de la plantilla de Pep Guardiola.

Pues sí, resulta que Pedrito o Pedro puede marcar los goles. De hecho, marca muchos y en partidos importantes. En la Supercopa de España el Barça remontó en San Mamés gracias a una asistencia y un tanto de Pedro. En la Supercopa de Europa, marcó el gol de la victoria tras una gran combinación con Messi en el minuto 116. En Liga, antes de navidades, resolvió algunos duelos, como el del Almería. Y en el Mundial de Clubes, además de entrar en la historia por anotar en una misma temporada en seis competiciones diferentes, forzó la prórroga ante el Estudiantes con un cabezazo en el último minuto.

A esto hay que añadir que, mientras a inicios de temporada parecía un jugador con estrella; el típico que está apartado del juego, que no aparece en la circulación del balón pero que de vez en cuando marca sin saber muy bien por qué, en la actualidad (aunque ha sido un proceso) Pedro es uno más cuando hay que mover la pelota. Se ofrece, entrega, hace paredes, presiona la salida rival, corre como el que más, se atiene a las exigencias tácticas. El canario se ha consagrado y ha demostrado que su presencia en el equipo no es una frivolidad de Guardiola sino el justo premio al trabajo.

Pero no todo el mundo sabe verlo. Seguían siendo muchos los que, tras las hojas del Marca, te recordaban en el bar que el Barça depende mucho de Messi, que no tiene buenos delanteros, porque, cómo no, Bojan, Jeffren y “Pedrito”… ¿quiénes son? Es igual que todos ellos aporten más que fichajes multimillonarios de importantes clubes europeos. También hay que recordar, eso sí, que muchos de quienes dicen esto, como es lógico, no han visto más que dos partidos del Barça en toda la Liga, los que les enfrentó al Real Madrid de sus amores (partidos ganados por el árbitro o por la suerte, por supuesto). Pero es que hablar es muy fácil.

El sábado pasado Pedro completó una actuación memorable, siendo básico en la consecución de la victoria en el Santiago Bernabéu. Además, demostró ante Casillas que es, posiblemente tras Higuaín, el jugador que mejor define ante el marco rival de toda la Primera División. Su golito le encumbró y el miércoles aumentó su ‘leyenda’ con un golazo desde 45 metros ante el Deportivo. Un balón fuerte le llegó a su pierna izquierda, la menos buena, y sin pararla, la enganchó de tal manera que dibujó una parábola imposible hasta las mallas de Aranzubía.

El jueves Pedro subió un escalón. Ya no era “Pedrito” el malo, sino Pedro, que “tuvo mucha chorra”. Quienes dicen esto son los mismos que afirman que “cuando llega Messi los defensores se apartan”. En resumen, Pedro ha silenciado las risitas y empiezan a surgir los grandes analistas que reducen sus méritos a la fortuna. Como pasa siempre con los grandes.

Pedro celebra un tanto (Foto, leonoticias.com)

lunes, 12 de abril de 2010

La vendetta de Milito

Milito saluda a los culés cuando es sustituido en el Clásico (as.com)

Gaby Milito era un gran central cuando llegó en el verano de 2008 al Barça de Frank Rijkaard. Cinco temporadas al máximo nivel en el Real Zaragoza le avalaban y el conjunto culé apostó fuerte por su incorporación. Abonó una importante suma de dinero y lo convirtió en el líder de una zaga que languidecía con Thuram y un Márquez fuera de onda.

El argentino llegaba a Can Barça además con la intención y las ganas de demostrar algo; que el Real Madrid se equivocó al desestimar su fichaje. Que su rodilla estaba perfectamente capacitada para afrontar la exigencia competitiva de un grande. Por desgracia, y pasados nueve meses de competición, Gaby Milito hizo crack en Old Trafford durante las semifinales de Champions League y dio la razón a los servicios médicos del Real Madrid; su articulación tenía un problema.

Su baja pudo trastocar muchos planes, porque se había convertido en un gran líder para el equipo, dentro y fuera del campo. Pero el Barça los solventó con entereza desde la llegada de Guardiola, lo que demuestra también la dinámica positiva en la que se sumió el equipo, hasta las desgracias le otorgaban ciertos 'beneficios'. Era necesario hasta que Gaby regresara un nuevo central y, contando con que Cáceres era la apuesta segura, se precipitó un fichaje más ‘arriesgado’, el de Gerard Piqué. Y en cuanto a su ascendente sobre el grupo, especialmente Messi, resultó ser un impuslo más hacia La Pulga, deseoso de dedicarle goles y reencontrarse con él en la cancha.

Es decir, la lesión de Milito fortaleció al grupo; propició un fichaje de garantías y estimuló al grupo a luchar. También Gaby se esforzó; sin su competitividad, su espíritu de lucha, no hubiera retornado jamás después de tantos percances y meses en el dique seco.

Finalmente, en el mes de diciembre de 2009 Guardiola pudo volver a alinear a Milito, un central con el que ya nadie contaba. Su regreso fue la enésima buena noticia, ya que solucionó un problema que se le había planteado a Pep; a Chygrynskiy le falta aclimatación y Márquez está fuera de forma. Después de 19 meses, además, Milito se reincorporó al grupo y al césped con naturalidad, sin miedo en los apoyos y golpeos e interpretando a la perfección el esquema de juego y de ayudas defensivas impuestos por el nuevo técnico.

Ya entonces Gaby Milito pareció marcarse un objetivo; callar bocas. Había callado muchas con su retorno y deseaba recuperar su mejor nivel para silenciar el resto. El partido del sábado en el Santiago Bernabéu era la ocasión perfecta, porque Jorge Valdano había aprovechado la desgracia de un futbolista para apuntarse un tanto. El director general del Real Madrid tenía razón en su argumentación, pero se equivocó en las formas. El sábado, cuando Gaby en el túnel de vestuarios increpó a Valdano también cometió el mismo error, se equivocó en las formas por completo, aunque el daño que le hizo ver su situación como ‘medallita’ ajena le otorgaba cierta razón en el fondo.

Fue, para Gaby, la revancha perfecta. Jugó en el Santiago Bernabéu con el eterno rival del equipo que le rechazó, ganó sobre el césped, completó una sensacional actuación y pudo encararse con quien le utilizó. Con el paso de los días se avergonzará de sus actos, pero se sentirá satisfecho de haber cumplido con su vendetta.